II.27 CAMBODA FATI 42 años con su mujer FARMATA CAMARÁ 20 años. (610 x 438 mm)


II.28 TUSSA 10 años acarreando agua desde algún manantial cercano. (610 x 438 mm)


II.29 Niñas mandinga bañándose durante la recogida de agua del pozo. (610 x 438 mm)

 
II.30 NENÉ , DONA y SUNKARI. Aunque llegue la tormenta. (610 x 438 mm)




II.32 Joven mandinga aseándose en el río. (438 x 610 mm)

II.33 Amanecer en Gambasse  ( 610 x 438 mm )

II.34 NHAMA CAMARÁ  ,3ª esposa  de KANDIO,  con sus hijas. ( 610 x 438 mm )


II.35  La colada matutina . ( 610 x 438 mm )

II.36  El "venteón" de SABADÚ . ( 610 x 438 mm )

II.37 Niños jugando sobre el típico "venteón" de los poblados mandinga  ( 610 x 438 mm )

II.38  Mediodía en Gambasse.DONA DJAE Y TULAI MANÉ descansando a la sombra. ( 610 x 438 mm )

II.39  LLIBREL CAMARÁ  almuédano de Gambasse. ( 438 x 610 mm )

II.40 La plegaria de  BOBÓ  ( 438 x 610 mm )

II.41  Comida comunitaria  con motivo de  un funeral en el poblado mandinga de Gambasse ( 610 x 438 mm )

II.42  El harén de KANDIO   ( 610 x 438 mm )

II.43  El harén de BAMBO   ( 438 x 610 mm )

II.44 La joven mandinga  IAMA MANÉ  muestra orgullosa su móvil. (610 x 438 mm)

II.45 Maestras mandinga durante un curso de formación. (610 x 438 mm)


II.46. La familia Tcham de Sarameta.Una cuestión de carácter (610 x 438 mm)


II.47 Mujeres mandinga transportando comida para sus puestos callejeros.Calle céntrica de Bafatá. (610 x 438 mm) 

II.48 Vendedor  ambulante  de sandalias , región de Bafatá (610 x 438 mm)

II.49 Mediodía en Bafatá ( 610 x 438 mm)
II.50 Vendedora de leche.Bafatá ( 438 x 610 mm)
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Camboda Fati es un superviviente. Sobrevivió en la niñez a la viruela, a un par de conflictos bélicos y en la actualidad sobrevive día a día a la pobreza estructural de la que está rodeado.

La vida del poblado gira en torno a él como único celador de la bomba de agua. Cada madrugada y cada atardecer abre el candado para que las mujeres del poblado (sólo las que pueden aportar unos céntimos para el mantenimiento de la instalación) puedan hacerse con el agua necesaria para la colada, el aseo y la comida de las familias. El resto deberán acarrear el preciado líquido desde algún manantial cercano. En ambos casos sorprende comprobar que, a pesar del inconmensurable esfuerzo y tiempo dedicados a tal menester, son los momentos donde la vida palpita con mayor intensidad.

Pero Camboda no es el único superviviente; el resto del poblado deja transcurrir el día, los años, teñidos de una extraordinaria cotidianeidad -aderezada a partes iguales por el solaz a la sombra de una exuberante vegetación tropical , el chismorreo y la oración- interrumpida de tarde en tarde por algún viaje a la ciudad más cercana, Bafatá, para comprar ropa o alguna medicina.

En Gambasse, todos son supervivientes a las despiadadas fuerzas de un destino que ni eligieron al nacer, ni podrán, con sus escasos recursos, doblegar.